Objetivo incumplido: frenar la pérdida de biodiversidad para 2010 ha concluido en un estrepitoso fracaso.
En España y en Europa. Los datos referidos a las aves españolas son muy preocupantes, y ello a pesar de ser el grupo faunístico mejor conocido, o seguramente por ello. Desde la publicación del último Libro Rojo de las Aves de España (2004), la gran mayoría de las especies que estaban amenazadas lo siguen estando, y hay nuevas especies amenazadas o con tendencias negativas.
Así lo demuestra SEO/Bird Life. De acuerdo con su recientemente publicado trabajo “El Estado de Conservación las Aves en España 2010” [puedes descargar el libro completo en este enlace], un 23% de las especies de aves presentes en España tiene un elevado riesgo de extinción, otro 23% de las aves comunes presenta una tendencia negativa y un 74% de las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves muestra una tendencia o un estado de conservación desfavorable. Dicho más claro, la mitad de las aves españolas están amenazadas y una de cada cuatro especies se encuentra en peligro de extinción.
¿Las causas? Nos las podemos imaginar. Las distintas estrategias y planes de conservación de especies y espacios protegidos son, en su mayor parte, papel mojado. O no se han desarrollado o se ha hecho mal. Y la destrucción del hábitat sigue imparable, siempre restando espacios de calidad a cambio de un desarrollo insostenible. No sólo hablamos de grandes rapaces o patos raros. Un 20% de las aves más comunes presenta una tendencia igualmente negativa.
El caso del gorrión es especialmente sintomático, pero le pasa lo mismo a otros pájaros igualmente ligados a los espacios agrícolas como tarabillas, alondras, codornices, jilgueros o collalbas. El mundo rural languidece y con él las especies asociadas durante milenios a este paisaje domado, a una cultura y a una biodiversidad tan en peligro de extinción como buitres y águilas.
Lamentable.
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